Álbum: La Abolición de los Rascacielos
Por Gabriel Dávila Kurbán

“Una aventura Prometeica… La Conquista del Mundo”.

Con esta segunda entrega, Media Octava conquista y nos lleva aún mas adentro del mundo que plantearon en su primer disco.
Con un groove más ajustado, arreglos claros, compactos y eficaces y la banda notablemente más cohesionada, este disco nos dan un paseo musical por los géneros que Media Octava claramente domina desde un principio y que ya son una marca implícita en su sonido.
Encontramos elementos del Funk, Heavy, Rock Sinfónico y Progresivo, mezclados con fragmentos de Música Concreta y Experimental que sirven de introducciones, puentes y finales para las canciones. Este elemento en particular nos recuerda a Charly García desde La Hija de la Lágrima en adelante, y provee al disco de un contexto más que específico: Se escucha, por ejemplo, al personaje “Violencia Rivas” de Diego Capusotto, se distingue una azafata de Aerolíneas Argentinas dando su discurso habitual, sonido de lluvia, tránsito y otros ambientes que nos retrotrae sin dudarlo y sin decirlo a la Argentina del día de hoy.
Las 14 canciones funcionan dentro del todo del Álbum y también son individualizables, pudiendo ser escuchadas como un Todo en sí mismas. No plantean una dirección única y específica, sino que más bien pareciera que todo el álbum se repliega y florece de nuevo en cada canción: La parte por el todo y el todo por la parte.
Las letras hablan desde el punto de vista de quien observa el plano general, así como el detalle y puede abstraer de lo cotidiano, imágenes y relaciones que se funden con lo extraordinario. Algo así como ver a Prometeo andando en Bicicleta por una callecita de Once... O la abolición de los rascacielos, vista desde un rascacielos.
A lo largo y ancho del disco, destacan las armonías cromáticas, el virtuosismo planteado y logrado desde lo instrumental y sobre todo los arreglos de guitarras que de a ratos parecen un gesto de complicidad para entendidos en el arte de frasear y orquestar de Brian May.
Sin dudas, con “La Abolición de los Rascacielos”, Media Octava se establece cada vez más firme en el campo de sonidos que plantea y conquista su propio mundo desde el minuto uno.





Reseña para Media Octava
Álbum: La Abolición de los Rascacielos
Por Federico Daneri

¿Por qué un disco más de cuatro sobrevivientes en la ciudad? ¿Qué nueva experiencia nos relata? ¿Qué purga espiritual propone?
Hace apenas cien años que la grande Buenos Aires mudó de pantano a jungla de cemento. De llanura desesperante al laberinto colosal: esta exuberante combinación tuvo, y tiene hasta hoy, el fundamento más cierto del rock en español. Quizás porque al nacer dio cabida a millones de almas en búsqueda de seguridad, migrantes de guerras, de hambrunas, de dictaduras ¿Qué ocurrió con todos los miedos de entonces? Vivimos hoy en ciudades repletas de aprehensión: el instinto primitivo, ese alerta imprescindible que nos preservó de bestias, precipicios y pestes por milenos. ¿Qué pasó mientras forjábamos las fortalezas de la civilidad? Hoy el miedo sobrevive tergiversado, una fuerza que nunca se apaga y fluye hacia nuestra mente en forma de pánico, de desasosiego, de turbación inexplicable. Por algún motivo, y mientras la vida transcurre como una organización estática, el peligro sigue acechando, innominado, oculto en la maleza de concreto.
Desde ese peligro, desde esa huída constante surge el rock de Media Octava: porque sí podemos tomar el control del caos; podemos aserrar una distorsión con mil wats para empatarle a la bestia mecánica; podemos vibrar por encima de una locomotora oscura con una batería estallando en fils y terminando en crash, tenemos que hacerlo. En este tiempo de corset intelectual, de formatos rápidos, del pop trend topic y unos magros caracteres escupidos al aire, este disco de rock es una trinchera: un recuerdo de que el arte puede esperar su momento; mantener su lenguaje y agotar en sí mismo su propio fin. Este rock, que es testimonio del mundo y su claustrofobia, busca en cada canción el remanso y la explosión. Cada tema forma parte del disco como una síntesis espiritual; una maleza, una banda de sonido propia del vértigo alternado con calma que propone la ciudad en cada una de sus esquinas. Una tracción despunta en cada arreglo, se encumbra, desciende y se mantiene viva como espina dorsal en toda la obra: puede hacerse, debe buscarse el arte de la resistencia y la expiación pánica: es necesario para sobrevivir al clima gótico de ciudad. Rodeados de cubículos confortables, de mascotas civilizadas, de semáforos y de puentes permanentes hacia el espacio inmaterial: el miedo seguirá presente. ¿Qué ha podido lograr el hombre con la máquina? ¿Qué ha logrado nuestro rock con la Máquina? Quizás nada. Y quizás también, todo.
Sin miramientos; sin pedir sangre prestada y sin negar su evidente ADN; con el coraje de reconocer tantos padres y con la seriedad de no pedir ningún permiso; Media Octava pide pista con la búsqueda ritual de lo bello y lo sin frontera. Hasta que tiemblen los pilares de cualquier escenario, hasta vibren las paredes infinitas y las gárgolas más indiferentes de esta ciudad enfurecida: aquí la sangre decidió no apagarse: mientras siga en pie el paisaje oscuro del cemento, Media Octava nos invita: a La Abolición de los Rascacielos.